Descubrimiento: un poeta

Publicado el

La poesía siempre llega por sorpresa. Descubrí hace poco a un gran poeta americano del que no había oído hablar nunca, Frederick Morgan, porque conocí a su esposa de muchos años, ahora su viuda, la escritora Paula Deitz, directora de la Hudson Review, donde acabo de publicar una breve memoria de de la mitad de los años setenta, de los primeros pasos simultáneos del tránsito a la democracia y de mi formación de lector y de aspirante a novelista. Tras el descubrimiento viene el hábito. El poeta se nos queda en la mesa de noche, en el cuarto de trabajo, su libro siempre al alcance de la mano, guardado en el bolsillo de la chaqueta o de la gabardina para leer en el metro, o en el banco de un parque. Los libros de poesía suelen caben bien en un bolsillo.

Y casi al mismo tiempo que a Frederick Morgan he descubierto a Alejandro Arturo González Terriza, del que nos llegó a casa un libro, Devocionario Pop. Lo vi sobre la mesa del salón, junto a los periódicos. Me puse a leer sin saber quién era su autor ni por qué camino había aparecido su libro y ya no pude dejar la lectura. González Terriza propone un juego muy original, muy raro en la poesía española: mezclar las referencias a la mejor música pop -casi toda entre los sesenta y los ochenta, con un preludio nada menos que sobre  los Carmina Burana, aquel pop del siglo XIII- con la disciplina más estricta de la métrica castellana, los sonetos, las décimas, los alejandrinos, los endecasílabos, las seguidillas, a veces llevando la rima consonante a extremos casi de parodia, otras veces jugando con las asonancias en la tradición de Juan Ramón Jiménez o Machado. Hay dos cosas en el libro que pocas veces encuentra uno en la poesía española de ahora: intensidad verdadera y sentido del humor, furia sentimental, rabia política, melancolía, sarcasmo, amor por la literatura, amor por la música, por el modo en que la música pop es ya parte de la aleación de nuestros sentimientos más hondos, de nuestra experiencia biográfica. Al final hay un apéndice que se llama Top of the Tops, que es una lista de las 46 canciones que de un modo u otro están presentes en los poemas. Nunca imaginé que se pudiera poner juntos a Pink Floyd y a don Luis de Góngora. Uno de los poemas que más me gustan es el último, que lleva el título de una hermosa canción de Elvis Costello, All This Useless Beauty:

Sudan tinta de nube

las hojas frías

y las ascuas de nieve

de las colinas.

 

Todo al fin es milagro,

nada por nada,

el cristal imposible

de la mañana

y el sabor de las cosas

cuando resbalan,

 

Frágil es el acuerdo

de los sentidos.

Uno al fin solo tiene

lo que ha perdido.